Mis Crónicas Vampíricas. Fascículo 2º.
- Siéntate- Me dijo- He dicho que te sientes.
- Está bien- respondí mientras me sentaba.
- Verás, estoy aquí para explicarte lo que te está sucediendo.
- ¿Lo que me está sucediendo?. No, entiendo, ¿qué quieres decir?.
- Te sientes raro por dentro, ¿verdad?; como si las tripas se te estuviesen volviendo del revés; sientes que algo dentro de ti ha cambiado, que ya no eres el mismo. ¿ Me equivoco?.
- No, no se equivoca.- respondí con asombro.- Ahora dígame ¿como sabe como me siento? Y ¿ qué es lo que me está pasando?.
- Bien , lo que pasa, es que tu cuerpo se está adaptando a tu nueva forma de vida, es posible que no te lo creas, más que nada, por que no quieras creértelo; pero ya no eres un ser humano.
- ¿Qué no soy un ser humano?, y entonces que se supone que soy. Acaso soy un alienígena – le contesté- es que piensa que soy un estúpido sin cerebro al que se le puede tomar el pelo sin más.
- Hasta hace un momento no se me había pasado esa opción por la cabeza, pero ya que lo dices. – se estaba quedando conmigo, me tomaba por un estúpido.- bien como te iba diciendo, ya no eres un ser humano, ahora eres mejor, eres un vampiro, como yo.
- ¿Estás de coña?, no pretenderás que me crea algo tan absurdo como eso.
- Está bien tendré que demostrártelo.- cuando dijo esto sentí como si se me helase la sangre. Miró hacia el callejón y me pidió que mirase yo también.- ¿qué ves?- Me preguntó.
- Un callejón- respondí.
- Fíjate mejor, concéntrate y dime lo que ves.
- Pues veo un callejón oscuro, poco iluminado. Aparentemente hay alguien durmiendo en él, probablemente un vagabundo, parece que lleva un gorro de lana acabado en un pompón y una alianza de matrimonio.
- Ahora dime, ¿a que distancia está ese vagabundo de donde estamos nosotros?.
- Diría que a dos o tres metros.
- Estás seguro.
- Sí, lo estoy.
- Pues estás equivocado. Está a unos 20 ó 30 metros de donde nos encontramos. Ahora respóndeme a una pregunta. ¿cómo te has fijado en esos detalles? Si como tú dices no eres más que un simple humano.
- No, lo sé.
- Ya te lo dije, eres un vampiro y más vale que te acostumbres, por que lo vas a seguir siendo el resto de tu vida, mejor dicho; el resto de tu no-vida.
Eso me dolió, ya no tendría la oportunidad de tener una familia, y en ese momento deseé matarla, pero como ya os conté al principio soy vengativo por naturaleza. Así que decidí urdir un plan, una estrategia para vengarme de la “persona” que me había hecho esto.
Durante las dos semanas siguientes, seguí viendo a esa mujer todos los días, una noche me dio una bolsa del banco de sangre de la ciudad y me dijo que me la tomase, estaba deliciosa.
- cuando estés hambriento deberás beber sangre humana, puedes tomar sangre de otros seres vivos, pero no será tan nutritiva como la de los seres humanos. Y nunca debes tomar la sangre de un niño ni la de otro vampiro o serás condenado a la muerte definitiva. Hay vampiros que son denominados diabolistas, debido a que practican un rito tenebroso, denominado diablere, que consiste, en vampirizar a un vampiro hasta dejarlo sin sangre, y una vez se ha llegado a este punto continúan hasta que han atrapado el alma del vampiro diabolizado, parece ser que de esta forma se consiguen grandes beneficios que son permanentes, además de algún otro beneficio que dura un breve espacio de tiempo. Te explico esto, para que nunca cometas este acto, ya que es el acto más depravado que se puede llevar a cabo contra otro vampiro y como ya te dije serías condenado a la muerte definitiva.
Fue en ese mismo momento cuando decidí como matarla, cometería ese acto que me estaba negando, de esa forma me condenaría a mi mismo a morir y lograría por fin descansar en paz.
Durante el siguiente mes, dejé que me enseñara todo lo necesario, para ser un vampiro hecho y derecho, y que de esa forma se confiase creyendo que había aceptado mi nueva forma de “vida”.
Tatyana estaba empezando a impacientarse, por que desde el día de la fiesta, no hacía más que dormir durante el día y desaparecer durante las noches, quería que le contase lo que hacía todas las noches; pero conseguí calmarla haciéndole creer que eran asuntos de negocios, que requerían mi más absoluta atención, pero que cuando quedasen zanjados, todo volvería a la normalidad.
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