Mis Crónicas Vampíricas. Fascículo 7º.
El primero de la lista era, Ronald Mc Turner, un empresario de origen escocés, que poseía una cadena de restaurantes, por toda la ciudad. Tenía que tener mucho cuidado con él, por que aunque no nos conocíamos, seguramente habría oído hablar de mí y sabría que había diabolizado a su sire. Y por desgracia, entre sus poderes se encontraba el de ver las auras, de los demás.
Mc Turner, vivía en el cruce de la 75 con Greenwich.
El siguiente en la lista era Arthur Miller un corredor de apuestas que manejaba mucho dinero y también, mucha información, por lo tanto también tendría que cuidarme de él.
Después venían Antonio, Rubén y Jacobo Belts, tres hermanos que poseían una escuela de artes marciales, no eran muy inteligentes, pero tenían mucha fuerza y sabían como manejarla.
Y por último estaba Alicia, la hermana de Tatyana, era la más peligrosa para mí, por que me conocía y sabía perfectamente donde vivía, era un milagro que no hubiese venido todavía a matarme. Alicia era la dueña de un salón de belleza.
- Bien. –le dije a Tatyana- los cinco primeros no me preocupan en absoluto, pero tu hermana, es otra historia, en lo que a ella se refiere, tenemos que intentar convencerla de que nos ayude, no me gustaría tener que entregársela a la primogenitura.
- Lo sé. Pero si no queda más remedio tendrás que hacerlo. Tú no te preocupes por ella, encárgate primero de los otros cinco que yo me encargaré de mi hermana.
Con Ronald tuve mucha suerte, cuando llegué a su casa, la puerta estaba abierta, así que entré, con mucho cuidado de no hacer ruido y me lo encontré encima de la cama bien atadito y con una estaca en el corazón, al parecer Oswaldo se me había adelantado, estaba claro que al igual que yo, el también pensaba que este era el más peligroso para mí y decidió servírmelo en bandeja de plata.
Lo cogí como pude, lo metí en el maletero de mi coche y fui directo al Elíseo, para entregárselo a la primogenitura con la documentación que demostraba quien era.
- Vaya, vaya. Por lo que veo has estado haciendo los deberes.- dijo el príncipe.
- Sí, señor.
- Tuviste algún problema para estacarlo y traerlo.
- La verdad es que no, cuando llegué a su casa, me lo encontré atado encima de la cama y con la estaca en el corazón.
- ¿sabes quien se lo hizo?.
- No estoy seguro, pero creo tener una ligera idea de quien pudo ser.
- Bien, por lo que puedo ver eres sincero, esta bien, ve a por los demás.
- Sí, señor.
Salí del edificio y fui a por el siguiente, Oswaldo no pudo acercarse a Arthur, ya que se había enterado, de que ahora trabajaba para mí, así que cuando recibió esa información intento avisar a los demás, pero por desgracia para Ronald, no llegó a tiempo de avisarlo y evitar que yo me lo llevara ante la primogenitura. A Arthur, lo encontré en el callejón del Diablo, estaba cobrando algunas apuestas que había ganado y no le querían pagar. Cuando llegué junto a él, ya era demasiado tarde, el humano había muerto desangrado, el precio por no querer pagarle con dinero, fue pagarle con su propia sangre, sirviéndole de alimento. Entonces se volvió hacia mí, y me preguntó.
- ¿por quién quieres apostar Mjolnir?, ¿por ti o por mí?. Sí, se quien eres, estuve alguna vez en tu local, cuando no era más que un simple mortal. Sé a que has venido, quieres llevarme ante la primogenitura, pero no te va a ser tan fácil como con Ronald, y si consigues acabar conmigo, no te hagas ilusiones los que faltan ya están avisados de quien eres. No podrás pillarles por sorpresa.
Él tenía razón, no me fue nada fácil. Cuando llegué con Arthur al Elíseo, estaba muy malherido, había sido una gran pelea, pero por suerte, por muchísima suerte conseguí alzarme con la victoria, y él cayo aletargado, y después de descansar un poco, me lo llevé conmigo. Después de llegar junto a la primogenitura y dejarlo allí, junto a la documentación correspondiente, me dirigí a casa, para descansar, por que a mi parecer, ya había echo bastante por esa noche.
Cuando llegué a la tranquilidad de mi hogar, me encontré a Tatyana sentada en el sofá tranquilamente, mientras hablaba con su hermana, la cual no pudo evitar lanzarme una mirada asesina. Por suerte Tatyana había conseguido convencerla de que nos ayudase, ya que para ella, era más importante la felicidad de Tatyana, que la venganza. Las tres noches siguientes, me quedé en casa recuperándome de las heridas sufridas en mi pelea con Arthur y trazando un plan para derrotar a los hermanos Belts. Por suerte Alicia, los conocía y confiaban en ella. Eso sería su perdición.
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