Mis Crónicas Vampíricas. Fascículo 21º.
Al salir, noté como empezaban a hablar entre ellos, unos dudaban sobre mi oferta, otros se mostraban dispuestos a aceptarla y algunos se negaban en rotundo a ayudarme. Así y todo la voz se corrió rápidamente y cuando llegué a casa me encontré con una treintena de vástagos esperando para hablar conmigo del trabajo que había ofrecido.
¿Mjolnir, eres tú?.- preguntó Tatyana, mientras habría la puerta.
Sí, soy yo.
¿a qué vienen todos esos?.
Voy a contratar a algunos para ir a buscar a los Brujahs que Aquiles me pidió que matara.
Después de pasarme toda esa noche y las dos siguientes entrevistando vampiros, por fin conseguí un grupo lo suficientemente poderoso como para no tener miedo de nuestras presas. Contraté un total de 10 vástagos, entre los que se hallaban: cinco Brujahs, dos Gangrel, dos Tremere y un Nosferatu.
Por desgracia durante mi campaña de reclutamiento nuestras presas habían sido alertadas y sabiendo que no podrían escapar de la ciudad, pues todos los vástagos podrían reconocerlos, decidieron atrincherarse y hacerse fuertes para poder plantarnos cara.
Después de varios días conociéndonos los unos a los otros y a nuestras respectivas habilidades, para saber como compenetrarnos, decidí que ya era hora de salir en busca de nuestras presas. Sabíamos que eran un grupo peligroso y que estaban preparados para combatirnos, pero aún así confiaba en que nuestra misión fuese más fácil de lo que resultó ser. Con la ayuda del Nosferatu y su conocimiento de las alcantarillas llegamos a la guarida de los proscritos sin ser vistos, seguidamente uno de los Gangrel se transformó en niebla y pasó por entre las grietas de las paredes, para así informarnos de la posición exacta que ocupaban cada uno de los forasteros dentro de su refugio. Mientras los demás salimos de las alcantarillas hacia un callejón cercano, desde el cual pudiésemos vigilar para que no escapasen. Al cabo de un rato el Gangrel trasformado en niebla se unió a nosotros y nos informó de que estaban todos en el edificio y de que estaban totalmente solos, así que los dos Tremere, dos grandes maestros del movimiento mental, tiraron el edificio abajo, no sin gran esfuerzo, a pesar de que estaba medio ruinoso. Posteriormente ordené a los Brujahs abalanzarse sobre las ruinas del edificio para reducir a sus semejantes, a pesar de haberles tirado todo un edificio encima se revolvieron más de lo esperado y uno de los Brujahs que estaban bajo mi mando cayó gravemente herido, por fortuna fue rápidamente sacado del campo de batalla con la ayuda de los Tremere y velozmente sustituido por los Gangrel, que en el transcurso de los primeros momentos de la batalla habían adoptado la forma de dos grandes lobos y con el apoyo de los Tremere que actuaron creando una barrera infranqueable con sus poderes mentales consiguieron dejar inconscientes a nuestros enemigos, según mis órdenes, pues tanto ellos como yo éramos reacios a matarlos. Así pues decidimos llevarlos ante la presencia del príncipe y de la primogenitura.
Una vez los tuvimos a todos bien atados regresamos a las alcantarillas, para llegar al Elíseo lo antes posible y que una vez allí el príncipe pudiese decidir que haríamos con ellos. Pero cuando encontrábamos a unas manzanas de nuestro destino, fuimos atacados por Aquiles en su forma lupina, que ante nuestra sorpresa, pues no esperábamos ser atacados, acabó con los seis Brujahs que estaban inconscientes, es decir, los cinco que él estaba buscando y nuestro compañero, que había resultado gravemente herido durante la batalla.
¿qué as hecho Aquiles?, me prometiste que si me encargaba de ellos no matarías a ningún vástago de la ciudad y que te marcharías sin más.
Cierto, pero tú me prometiste que los matarías, y aún así seguían vivos, por así decirlo.
Tienes razón. No obstante ahora me veré obligado a matarte, pues aunque hubo un tiempo en el que fuimos grandes amigos, tu raza representa un gran peligro para la mía.
Intentadlo si os creéis tan valientes, os recuerdo que puedo acabar fácilmente con todos vosotros.
Yo no estaría tan seguro de eso, puesto que ahora mismo no podrías moverte por mucho que lo intentases, pues gracias a estos dos Tremere, que te están sujetando mentalmente estás totalmente inmóvil y por lo tanto eres una presa fácil para todos nosotros. Bien, ya que no nos has dejado llevar a esos vástagos ante la presencia del príncipe y de la primogenitura, para que decidiesen que hacer con ellos, te llevaremos a ti.
Mjolnir.- Dijo Aquiles.- no es necesario que me llevéis por la fuerza, puedo ir yo sólo. Deja que me vuelva a transformar en humano y os acompañaré sin oponer resistencia.
Esta bien, te daré una última oportunidad, pero te advierto que si haces el más mínimo movimiento sospechoso e intentas engañarnos, ellos dos se encargarán de hacerte pedazos con tan sólo emplear sus poderes. Ahora ya sabes de lo que son capaces.
No te preocupes, no haré ningún movimiento brusco, le tengo mucho cariño a mi pellejo.
Por tu bien, más vale que digas la verdad.
Aquiles, adoptó nuevamente forma humana, en cuanto los Tremere aflojaron sus poderes sobre él y nos pusimos en camino hacia el Elíseo, cuando estábamos totalmente confiados, pues nos hallábamos casi a las puertas de nuestro destino Aquiles se movió como un rayo, se transformó en lobo y se dio a la fuga, tan rápidamente que no nos dio tiempo de ir tras él. Subimos a la superficie y entramos en el edificio, una vez dentro pagué a mis ayudantes lo que les debía y les comuniqué que lo quedaba por hacer era cosa mía, que nuestra relación laboral había llegado a su fin.
Me dirigí al ascensor y monté en él para ver al príncipe, que estaba esperando por el informe de la cacería. Una vez ante él y la primogenitura les relaté lo sucedido durante toda la noche y les rogué que me dejasen ir a por Aquiles totalmente sólo, que era mi deber acabar con él, pues era una parte de mi pasado con la que debía terminar para siempre, y que lo mejor era que lo hiciese yo mismo, sin ninguna ayuda.
Después de discutirlo brevemente con la primogenitura el príncipe se dirigió a mí y me dijo, que habían llegado a un acuerdo, según el cual me permitirían encargarme de Aquiles, pero para estar seguros de que todo acabase bien sería vigilado muy de cerca por un gran número de fuerzas protectoras vampíricas, que se encargarían de acabar con Aquiles si no lo lograba hacer yo, que no podían permitir que hubiese un hombre lobo suelto por la ciudad. Y debían acabar con él antes de que pudiese encontrar un escondrijo y hacerse fuerte.