El Tiempo

El tiempo en Cervo
Movidas y paranoias: Mis Crónicas Vampíricas. Fascículo 20º.

Movidas y paranoias

30.12.07

Mis Crónicas Vampíricas. Fascículo 20º.

Tatyana y yo nos quedamos con el príncipe y los miembros de la primogenitura, siguiendo las órdenes de nuestro primogénito, el nuestro era el grupo más grande; pues en él estaban el príncipe, los miembros de la primogenitura, cuatro o cinco miembros de cada clan, así como la mitad de los ghouls de la ciudad, ya que había que asegurar la supervivencia de nuestros mandatarios.

No había ni rastro de Aquiles y no sabíamos donde podía estar, fuimos a buscarlo a su hotel, pero como era de esperar no estaba allí. Para no correr riesgos innecesarios el primogénito Tremer y Tatyana, el primogénito Tzimisce y yo íbamos sobrevolando el grupo, cada uno por sus propios medios, para tener una mejor perspectiva de la ciudad y del grupo y así evitar que nos pudiese coger por sorpresa. Toda la ciudad estaba abarrotada de vampiros, que barrían la ciudad buscando al enemigo, por las alcantarillas, al nivel del suelo y por los aires y Aquiles no aparecía, parecía como si se lo hubiese tragado la tierra. Cuando se acercaba la hora del amanecer el príncipe dio la orden de regresar al Elíseo, para pasar allí el día, en la seguridad de sus muros y de nuestro número, al llegar descubrimos que Aquiles estaba allí esperando por nosotros, delante de la puerta, de tal forma que si queríamos entrar la única forma era matándolo y eso no sería nada fácil ya que estaba atrincherado de tal forma que sólo podríamos acercarnos a él de uno en uno. Así que decidí acercarme a él y le pregunté.

­ ¿qué es lo que quieres?.

­ Quiero que me ayudes, me lo debes.

­ ¿qué te lo debo?, ¿se puede saber de que estás hablando?.

­ Para empezar puedes decirles a todos que se vayan a sus respectivos refugios, esto no tiene nada que ver con ellos, es entre tú y yo.

­ Está bien.

Me dirigí al príncipe y le comenté que Aquiles quería hablar a solas conmigo, así que le rogué que le ordenase a los demás vástagos que regresasen a sus respectivos refugios, que ya me encargaba yo de todo, pero que por favor estuviesen preparados para cualquier peligro. Después de que todos se hubiesen ido volví junto a Aquiles y le pedí que lo que tuviese que decirme lo dejase para la noche siguiente, que yo debía irme a dormir, y él aceptó, con la condición de que nos reuniéramos en mi casa.

Así, a la medianoche siguiente Aquiles llegaba a mi casa.

­ Buenas noches, Mjolnir.

­ Buenas noches. Y bien ¿qué es eso de lo que quieres hablar conmigo?.

­ Como ya te dije ayer, quiero que me ayudes, al fin y al cabo me lo debes, piensa que todo lo que tienes me lo debes s mí.

­ ¿cómo osas decir eso?.

­ Piénsalo bien antes de decir nada de lo que te puedas arrepentir. Si Kristinne y yo no nos hubiésemos fugado dejándote en la ruina, probablemente seguiríamos siendo socios, nunca hubieras abierto el Mjolnir’s y por lo tanto no habrías conocido a Tatyana; seguramente te hubieses casado con Kristinne y ahora no serías un vampiro.

­ Puede que tengas razón, pero aún así no creo que esté en deuda contigo, de todas formas si está en mi mano ayudarte lo haré, pero con la condición de que cuando todo esto acabe te vayas de la ciudad y no vuelvas.

­ Está bien, lo que te dije la primera noche era cierto. Vine a la ciudad persiguiendo a los asesinos de Kristinne, sólo me uní a esta organización para poder acabar con ellos, no tenía ninguna intención de ayudarles en sus planes, lo único que yo buscaba era venganza, tu me conoces bien y sabes que no te estoy mintiendo ¿verdad?.

­ Sí lo sé. Tú y yo somos iguales, los dos somos vengativos por naturaleza. Pero dime, para qué quieres mi ayuda, tú sólo, te llegas de sobra para acabar con ellos.

­ Yo no estaría tan seguro. Ya intenté en más de una ocasión enfrentarme a ellos, pero cada que estoy cerca me vienen a la cabeza los sonidos de aquella noche, y soy incapaz de dar un solo paso. Es más lo único que soy capaz de hacer es llorar como un bebe, aquí tienes los retratos de esos vampiros, haz lo que debas hacer para acabar con ellos, pero hazlo, y te estaré eternamente agradecido.

­ Está bien, haré todo lo que esté en mis manos, pero no puedo asegurarte nada, lo que sí, tú debes prometerme que no atacarás a ningún vampiro de esta ciudad.

­ Te lo prometo, por los viejos tiempos.

Después de marcharse Aquiles me dirigí al Elíseo para hablar con el príncipe y como de costumbre lo conté lo ocurrido.

­ Haber si me he enterado bien Mjolnir, me estás diciendo que quiere que le ayudes a matar a estos cinco.

­ Así es mi señor. Me ha dado su palabra de que si lo hago se irá de la ciudad para siempre.

­ Y ¿confías en él?.

­ A decir verdad sí. A pesar de todo lo que me ha hecho, sé que es una persona de palabra y cuando promete algo lo cumple.

­ De acuerdo, tienes mi permiso para acabar con esos forasteros, desde que llegaron a la ciudad no han hecho más que causarnos problemas; acaba con ellos como mejor te parezca.

Salí del despacho del príncipe, y ya que contaba con su beneplácito decidí contratar algunos ayudantes, pues estaba seguro de que yo sólo no podría con ellos, además no quería poner en peligro a Tatyana y tampoco quería abusar de la servidumbre de Oswaldo.

Como al parecer por la descripción de Aquiles y los retratos que me había facilitado se trataba de un grupo de Brujahs, me dirigí a la cafetería y me hice oír.

­ Por favor, ¿podéis prestarme atención?.- la sala quedó en silencio y todas las cabezas se giraron hacia mí.- Veréis, tengo que encargarme de eliminar a un grupo de cinco Brujahs, son forasteros y desde que llegaron a la ciudad no han dado más que problemas, necesito voluntarios que me ayuden a eliminarlos, puesto que yo sólo no podré hacerlo. Si sois tan amables de aceptar, os ruego que paséis por mi casa entre hoy y pasado mañana, he de informaros de que esta misión cuenta con el permiso del príncipe, por lo que no habrá ningún tipo de represalia, si tenéis alguna duda sobre lo que os estoy diciendo, podéis preguntarle a vuestros respectivos representantes en la primogenitura, pues van a ser informados directamente por el príncipe. Para terminar debéis saber que aquellos que aceptéis ayudarme estaréis obligados a seguir mis ordenes sin rechistar, y que cobraréis la nada despreciable cantidad de 200€ por día, que pagaré de mi bolsillo.