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Movidas y paranoias: Mis Crónicas Vampíricas. Fascículo 15º.

Movidas y paranoias

27.11.07

Mis Crónicas Vampíricas. Fascículo 15º.

Historia de una amistad.



Para los que no me conozcan soy Mjolnir de Uru y soy un vampiro. Esta es una historia, según mi parecer de amistad. Ustedes pueden pensar que tengo una extraña forma de entender dicho término, sin embargo me gustaría que no forjasen ninguna opinión hasta que hayan terminado de ojear este relato. Lo que van a poder leer en estas líneas es un hecho real, me sucedió a mí personalmente y como toda historia que merezca la pena ser contada, empezaré a hacerlo por el principio; pónganse lo más cómodos posible y disfruten.

Bien, en esta historia tengo que romper una promesa que hice cuando todavía era mortal, juré que jamás mencionaría el nombre del que durante mucho tiempo, desde mi adolescencia, había sido mi mejor amigo, pero hechos recientes me han obligado a romper esa promesa.

Todo empezó cuando tenía 14 años de edad y conocí a Aquiles, no tardamos en hacernos grandes amigos, los mejores amigos que se podían encontrar. Como ya conté en otra ocasión nos conocimos en el instituto, tras ser víctimas de la misma novatada y también conté que nos vengamos con creces, así que no me voy a extender mucho más en este asunto. Saltemos hacia delante en el tiempo. Al salir de la universidad montamos un negocio juntos, fracasamos estrepitosamente; Pero a pesar de todo las cosas no nos iban tan mal, teníamos un dinero ahorrado y fuimos haciendo pequeños trabajos, nada importante, pero que nos permitían mantenernos a flote. Una noche mientras estábamos en una fiesta trabajando como camareros conocimos a una chica preciosa, se llamaba Kristinne, y sería la segunda mujer de la que ambos nos enamoraríamos y por tanto la segunda mujer por la que nos pelearíamos; No obstante era la primera que se interesaba por uno de nosotros, dos semanas después de conocerla nuestra amistad había desaparecido casi por completo, hasta que un día, cuando me levanté y me dirigí a la cocina a prepararme el desayuno vi una nota pegada en la puerta de la nevera que decía lo siguiente.:

“Estimado compañero de andanzas, te informo mediante esta nota, que llevamos ya dos meses de retraso en el pago del alquiler y que aunque le prometimos a nuestra casera que le pagaríamos los meses que llevábamos de retraso con el dinero que conseguiríamos de trabajar como camareros, además de un par de meses más como adelanto, no va a poder ser, puesto que me lo he llevado todo y me he largado con Kristinne. Además le he hablado a nuestra casera de tu situación actual y dice que si no te largas antes de las dos de la tarde se verá obligada a llamar a la policía para que te desalojen, así que yo que tú me daría prisa en salir de ahí, por que conociéndote seguramente no sean menos de las 13:30h; Por cierto, no pierdas el tiempo buscando tu ropa. Como no disponía de dinero suelto me la llevé para vendérsela al trapero, excepto claro está la que llevabas puesta por la noche, no me lo agradezcas, es que no tenía ganas de ponerme a quitártela, una última cosa, si tenías la intención de desayunar no te molestes en intentarlo, sabes también como yo que llevábamos un par de semanas sin comprar nada de comer, y además hoy me tocaba a mí hacer la compra.

Sin más que añadir a esta nuestra despedida te deseo un buen día. Y como no creo que volvamos a vernos, estate tranquilo me gastaré bien nuestro dinero.”.

Ahora comprenderéis por que decidí no volver a mencionar el nombre de esa rata traidora que durante un tiempo consideré el mejor de mis amigos, y después de leer el resto del relato tal vez comprendáis por qué decidí romper esa promesa.

Al acabar de leer la nota me arreglé como buenamente pude y salí pitando de la casa, ya que nuestra casera no era alguien a quien tomarse a la ligera, de hecho al bajar las escaleras me encontré a la policía que subía a todo prisa.

La cosa estaba realmente mal, apenas tenía dinero y no sabía a donde ir ni que hacer, los meses siguientes me los pasé durmiendo en el parque y aprovechando cualquier resto de comida que lograba conseguir. Hasta que un día me desperté en un calabozo, con una resaca que no conseguía entender de donde había salido. Después de un rato uno de los agentes se acercó a mi y me explicó que me habían detenido por escándalo público, al parecer me había gastado el poco dinero que me quedaba en comprarme una botella de Ursus y me la había bajado al toque, como podréis imaginar me cogí una cogorza de campeonato y por lo visto me dediqué a ir con el rabo al aire meando a todo el que se me ponía por delante, hasta que por fin llegué a la comisaría y le eché una meada de campeonato en toda la cara a un sargento, de más está decir que a él no le hizo ni puñetera gracia, pero sí a sus compañeros. Así que después de tomarme las huellas y de sacarme un par de fotos me enchironaron. Fue gracias a este incidente que el albacea de mi tío consiguió encontrarme y después de pagar mi fianza, me entregó la herencia que me correspondía por derecho, gracias a la cual pude pagarle a mi anterior casera el dinero que le debía y convertirme en un miembro respetable de la sociedad.

Aunque no venga a cuento, el sargento al que le oriné en toda la jeta, pidió que le concedieran el traslado a otra ciudad, por que estaba un poco hasta el gorro de las coñas de sus compañeros, pero por desgracia para él, al cabo de unos meses en esa nueva ciudad en la que nadie sabia nada del pequeño incidente que habíamos protagonizado se le acercó un perro y le meó en toda la pierna, esto provocó en el susodicho sargento una crisis nerviosa y se lió a tiros con todo aquel que se le metía por delante. Ahora se encuentra pasando el tiempo encerrado en un hospital psiquiátrico y si a alguien se le ocurre pronunciar la palabra mear al pobre hombre le da una crisis.

Volviendo a lo importante. Heredé, me convertí en una persona respetable, conocí a una chica estupenda y la vida empezó a irme realmente bien. Un día mi vida se transformó en no-vida y me vi obligado a cambiar algunas costumbres, pero conseguí adaptarme y seguí hacia delante sin volver a preocuparme para nada de Aquiles, hasta hace cerca de seis meses.