Mis Crónicas Vampíricas. Fascículo 18º.
Bajamos al garaje, cogimos el mini y nos dirigimos raudos y veloces al Elíseo. Dejamos el coche en el parking, accedimos al salón entramos en el ascensor y subimos a ver al príncipe.
- Mjolnir, Tatyana; ¿a qué debo vuestra visita?.
- Verá mi señor. Esta noche ha venido a verme... un viejo “conocido”, de cuando aún era humano.
- Y ¿qué tiene eso de importante?.
- Pues que sabía que éramos vampiros y dijo pertenecer a una orden de cazadores de vampiros.
- Entiendo, y ¿qué quería?.
- Quiere, que le ayude a cazar a los que mataron a su novia, cuando se encontraban de viaje por el resto de Europa, y que según él se hallan refugiados en esta ciudad.
- ¿Aceptaste?.
- Sí, señor. Lo hice. Y ahora he venido a pediros consejo.
- Bien, no te preocupes, veamos ¿tienes una foto suya?.
- Sí, aquí tengo una, sacada de las cámaras de seguridad del Mjolnir’s.
- Dámela, haré que le sigan día y noche. Si se acerca a algún vampiro haré que lo detengan y me lo traigan; no te preocupes, no permitiré que le hagan daño alguno; además ordenaré que investiguen para encontrar a esos refugiados y les organizaremos una entrevista para que arreglen sus diferencias. Dile a tu amigo, que como condición para que le ayudes, debe prometer no hacer daño a ningún vampiro, hasta que le entreguemos a los que busca y una vez se los hallamos entregado y se halla enfrentado a ellos y si tiene suerte, y sale con vida de ese encuentro le dejaremos irse de la ciudad, pero no volverá o él y los que le acompañen en su regreso, morirán. Ahora vete.
- Sí señor. Gracias por vuestro tiempo.
De regreso en el Púb., mandamos a los camareros cerrar, y les informamos de que durante los próximos días Tatyana y yo nos encargaríamos de abrir y cerrar, puesto que Oswaldo, tenía que atender unos asuntos personales.
Después de unos días de investigación , Oswaldo regresó con la información que había conseguido sobre Aquiles.
Según el informe de Oswaldo, Aquiles estaba viviendo en un hotel, junto a otros seis hombres, pertenecientes todos ellos a su misma organización, habían alquilado toda una planta durante tiempo indefinido y ordenado a la dirección del hotel que suspendieran el servicio de limpieza de esa planta, ya que no debían ser molestados bajo ningún concepto, y para que no les hiciesen preguntas dijeron pertenecer a la policía secreta, y mostraron las credenciales necesarias para hacérselo creer a los allí presentes. La dirección del hotel se dio por satisfecha con las explicaciones, debido a que pagaban en mano y que además pagaban por toda la planta el doble de lo que solían ganar en un mes. Dormían en las habitaciones de dos en dos, y siempre durante el día, de tal modo, que no se encontrarían muy cansados a la hora de seguir a sus presas, además no dormían dos días seguidos en la misma habitación, haciendo que fuese más difícil vigilarlos, y por tanto atacarles. Disponían de varias habitaciones que utilizaban como armería y habían dotado toda la planta de grandes medidas de seguridad, con lo que se hacía casi imposible pillarlos en un ataque por sorpresa.
Para no tener que preocuparse, de los otros inquilinos del hotel, habían alquilado la última planta, y cuando se disponían a salir de caza lo hacían siempre por la escalera de incendios, ya que al salir fuertemente armados no querían asustar a los demás clientes del hotel.
Después de leer el informe mande a Oswaldo cerrar el Púb. Y que él y los demás empleados se tomasen el resto de la noche libre.
Acto seguido subí a la azotea, y después de un breve periodo de concentración hice surgir de mi espalda unas alas que me permitiesen volar, y así poder vigilar a Aquiles y sus compañeros sin ser visto. Cuando llegué a su hotel, pude observar como salían del edificio empleando la escalera de incendios y subían en una furgoneta negra, con una banda roja, imaginé, que la furgoneta habría sido idea de Aquiles, pues era un gran forofo del equipo A.
Conducían a toda velocidad, en un vano intento de despistar a todos sus perseguidores, pues si en vez de perseguirlos por el aire hubiese hecho como los demás, y los hubiese seguido en coche, los habría perdido de vista, al igual que todos los demás. Una vez que estuvieron seguros de que nadie los seguía se dirigieron hacia un callejón oscuro y se bajaron, del vehículo. Entonces uno de ellos se dirigió hacia la entrada del callejón, y después de echar un vistazo volvió con sus compañeros y les comunicó que no había nadie a la vista, así que empezaron a hablar en voz baja, por desgracia para ellos, yo sí estaba. Y después de posarme en un sitio elevado, escondido a la vista de Aquiles y sus compañeros y a la de posibles humanos que pudieran asomarse a una de las ventanas del oscuro callejón, agucé mi oído al máximo y me dispuse a escuchar lo que decían.
- Y bien Aquiles, ¿cómo van las cosas?.
- Todo va según lo previsto, como ya os dije Mjolnir es de lo más previsible, estaba claro que después de nuestra reunión iba a ir directamente a hablar con el príncipe, para pedirle consejo, y que por su puesto este nos pondría vigilancia. Y claro está como era de esperar Mjolnir le encargó a su propio Ghoul que me siguiese y averiguase todo lo que pudiese sobre mi.
- ¿ya has descifrado los planos del Elíseo?.
- Sí, lo he hecho. El pobre Mjolnir no se imaginó en ningún momento que le había colocado un rastreador en la ropa. Y ahora gracias a él sabemos donde encontrar al príncipe y los miembros de la primogenitura para matarlos cuando haya terminado con mi venganza personal. Una vez estén todos muertos dejaremos pruebas que impliquen a los Tzimisce de la camarilla, y en especial a Mjolnir, para que los demás clanes vayan a por ellos y los maten; después de eso sembraremos la discordia entre los clanes supervivientes y así acabaremos con los vampiros de la ciudad. Y la reclamaremos como bastión de nuestra lucha contra esa maldita plaga que son los homini nocturna.
- ¿crees que funcionará?.
- Sí, estoy totalmente seguro de ello.
Después de oír todo eso me enfurecí de tal manera, que convertí mis manos en afiladas garras y me abalancé sobre Aquiles y sus compañeros, destripándolos rápida y ferozmente, una vez hube terminado con todos sus compañeros me giré hacia él y comencé a hablar.
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