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Movidas y paranoias: 10/07

Movidas y paranoias

20.10.07

Mis Crónicas Vampíricas. Fascículo 10º.

Un clan Tzimisce en la camarilla

Mi nombre es Mjolnir de Uru y lo que os voy a narrar a continuación, es la historia de cómo un clan Tzimisce antitribu pasó a formar parte de la camarilla de mi ciudad. Mi conocimiento de esta historia, se debe a que mi tutor dentro del clan me la contó mientras me enseñaba las leyes y costumbres de la camarilla. Y ahora yo se la relato a ustedes, del mismo modo que hace ya algún tiempo les conté mi vida. Espero que disfruten:

Todo empezó hacia el año 1800, cuando un pequeño grupo de unos 10 ó 15 Tzimisce antitribu llegaron a esta ciudad, en la que hoy nos encontramos, que por aquel entonces estaba siendo asediada por una pequeña coalición formada por un grupo Tzimisce del Sabbat de unos 40 miembros y un reducido grupo de unos 20 Assamitas, a los que después de la llegada a la ciudad de los Tzimisce antitribu, se unirían 4 hombres lobo, que les habían estado siguiendo y diezmando sus filas desde hacía ya unos 6 meses.

El líder Tzimisce decidió refugiarse en la ciudad, por que sabía que los licántropos jamás se atreverían a entrar y correr el riesgo de tener que enfrentarse a una población de vástagos que por aquel entonces era superior al millar de habitantes, lo que los Tzimisce antitribu no se esperaban era que sus perseguidores forjasen una alianza con los atacantes de la ciudad.

Los Tzimisce del Sabbat, estaban dirigidos por un vampiro que rondaba los 500 años, los assamittas, simplemente estaban allí por diversión, ya que debido a su fama de asesinos a sueldo, habían sido contratados por Ikakto, el líder Tzimisce, el cual no quería arriesgar a sus propias tropas en unas misiones suicidas, para intentar asesinar al príncipe y a la primogenitura de la ciudad.

Cuando se enteraron de la llegada de los hombres lobo, Ikakto, sus hombres y los assamittas enarbolaron una bandera blanca y fueron al encuentro de su líder, Garnak, este les recibió y parlamentaron cerca de una hora, hasta que por fin llegaron a un acuerdo. Garnak y sus hombres con la ayuda de los Assamittas, se infiltrarían en la ciudad entrando por los barrios marginales y matando a los vástagos que se encontrasen, con una táctica de golpear y correr, para así desmoralizar a los componentes de la camarilla, y de ese modo cuando llegasen los refuerzos que estaban esperando, y que vendrían comandados por Raftisov el primer y más leal chiquillo de Ikakto, el cual tenia tan solo 50 años menos que este, y que había sido llamado por los jefes del Sabbat más cercanos, para ir con refuerzos para Ikakto. Dichos refuerzos contarían ni más ni menos que con 400 Tzimisces más y otros 200 assamittas, un total de 600 hombres más para ayudar a los que ya estaban asediando a la ciudad, de esa forma en el momento en que llegasen los refuerzos atacarían más seriamente la ciudad, y una vez estuviese bajo el control del Sabbat, les entregarían a los Tzimisce antitribu, que habían ido a refugiarse a la ciudad. Garnak, el líder de los licántropos, aceptó, pero con la condición, de que cuando llegasen los refuerzos, se mantuviesen lo más alejados posibles de él y de sus hombres, ya que por supuesto no se fiaba de esos bastardos vampiros y quería evitar un enfrentamiento entre ambos lideres y sus hombres, que estaba seguro perderían debido a la aplastante diferencia de numero de sus tropas.

Mientras esto acontecía los Tzimisce antitribu en su búsqueda de refugio para pasar el día, habían alcanzado el centro de la ciudad y decidieron pasar a descansar a una casa que después de indagar un poco descubrieron totalmente abandonada.

A la noche siguiente Garnak y sus hombres empezaron a cumplir con su cometido, de limpieza de vástagos en las afueras de la ciudad, ayudados por los assamittas y entrando por una zona poco vigilada, del norte de la ciudad. Ya que los ataques de las noches anteriores se habían producido en la zona sur de la ciudad, mientras Garnak y sus lupinos olisqueaban el aire intentando encontrar el rastro de los Tzimisce antitribu, alertaban a los assamittas que les acompañaban cuando sentían que se acercaba un grupo grande de vástagos de la camarilla.

El pequeño grupo de Tzimisces antitribu que se había refugiado en la ciudad la noche anterior, había creado un pequeño grupo de Ghouls que se encargarían de buscarles un refugio más adecuado durante el día, una vivienda decente, en la parte más favorecida de la ciudad, y que pudiesen comprar con el dinero que llevaban consigo, para así poder descansar sin temor alguno a ser descubiertos por seres humanos durante el día.

En esa primera noche hombres lobo y assamittas no encontraron apenas oposición, ya que la camarilla no había dispuesto ninguna patrulla de vigilancia en la zona norte de la ciudad, por encontrarse esta en una posición totalmente opuesta a la que ocupaba el campamento de las fuerzas enemigas.

Cuando el príncipe de la ciudad tuvo noticias de la llegada de los Tzimisce antitribu y de los hombres lobo que les perseguían, ordenó que un grupo de Ghouls rastrearan la ciudad día y noche, hasta que hallasen a los antitribu, y una vez los tuviesen localizados, llevasen ante su presencia al líder del grupo.

Por desgracia para el líder, los Tzimisces recién llegados y los hombres lobo que les seguían no eran su única nueva preocupación, ya que el espía que tenía infiltrado entre los assamittas del otro lado de la muralla le acababa de informar de la inminente llegada de refuerzos para las reducidas fuerzas de Ikakto, que estarían compuestas por alrededor de unos 600 vástagos más, aunque seguirían siendo superiores en número a sus enemigos, estos eran demasiado peligrosos, ya que tenían una insaciable sed de sangre y no dudarían en reclutar nuevos miembros, a lo largo de la guerra, entre los humanos de la ciudad; además las incursiones nocturnas por parte de las fuerzas enemigas estaban mermando la moral de sus propias tropas, que no sabían como defenderse del fugaz ataque de sus sitiadores.

Después de dos días de incesante búsqueda, por fin el grupo de Ghouls del príncipe consiguió localizar a alguno de los Ghouls del clan Tzimisce y los siguieron hasta el refugio provisional de sus amos. Como vieron que no serían suficientes para irrumpir en el refugio y capturar al líder del grupo Tzimisce, esperaron a que anocheciese y pidieron ayuda a un grupo de Brujahs, que entraron en el refugio por la fuerza y para su sorpresa no hallaron oposición alguna para capturar a la líder del grupo, es más, esta se ofreció gustosa a acompañarles para así poder dialogar con el príncipe.

17.10.07

Mis Crónicas Vampíricas. Fascículo 9º.

Cuando llegué arriba, las puertas del ascensor se abrieron, y pude ver al príncipe reunido con la primogenitura.

- Vaya, parece que estas empezando a aficionarte a recibir palizas. Dime, que has hecho con los que te dejaron así.

- Los tengo bien atados, están esperándonos en el parking.

- ¿cuántos son?.

- Tres, bueno cuatro.

- ¿tres o cuatro?, decídete.

- Los que me dejaron así, que además son los que están bien atados en el garaje son tres. Pero hay una última chiquilla de la espía, a la que hemos traído muerta, por que esos individuos la mataron, ya que descubrieron que nos estaba ayudando.

- ¿habéis traído?, ¿quiere decir eso que tuviste ayuda?.

- Así es.

- Bien pues, dinos quien te ayudó.

- Me ayudaron Oswaldo, el Ghoul de la traidora, Tatyana mi esposa, aquella para la que os pedí que me dieseis permiso para abrazar y Alicia, que es la hermana de mi mujer y es también la chiquilla a la que traemos muerta.

- Quieres decir, que una de las que tenías que cazar se unió a vosotros, por que era la hermana de tu esposa.

- Sí, así es. Para ella era más importante la felicidad de su hermana, que su venganza hacia mí.

- Una cosa más antes de ir a l garaje. ¿cómo conseguiste la ayuda del Ghoul?, ¿cómo dijiste que se llamaba?.

- Se llama Oswaldo. Resulta que su señora lo trataba peor que a un perro, pero debido a la fuerza del vínculo de sangre no podía hacer nada en su contra. Pero cuando la maté, lo liberé de sus obligaciones como sirviente. De tal modo, que me estaba tan agradecido que decidió ayudarme. Además, ahora trabaja para mí, pero sin haber realizado un vínculo de sangre, lo que he hecho es contratarlo para que me ayude a llevar mis negocios, ya que yo no puedo hablar con los distribuidores de mi PUB, ya que solo vienen por el día, ni cobrar a mis inquilinos el alquiler.

- Esta bien, Mjolnir. Bajemos al garaje, a por esos chiquillos.

Subimos todos en el ascensor y bajamos hasta el salón, al abrirse las puertas y verme salir en compañía del príncipe y la primogenitura, todos los allí presentes se quedaron mirando hacia nosotros, un grupo de Brujahs, que formaban parte del cuerpo de seguridad del Elíseo se unieron a nosotros, para proteger al príncipe y todos juntos pusimos rumbo al garaje, seguidos de todos los allí presentes, que querían saber que ocurría.

Cuando llegamos al parking, se formo un corro alrededor nuestro y de la primogenitura, se me acercó la primogénita toreador y me preguntó.:

- ¿es esta la mujer por la que pediste que te diésemos permiso para abrazarla?.

- Sí, así es.

- Ahora, comprendo el por qué, es realmente bella, merecería ser una toreador.

- Gracias, supongo.- contestó Tatyana.

- Bien, vamos a lo que de verdad importa.- sentenció el príncipe.- donde están esos chiquillos.

- Dentro de la furgoneta.- respondió Oswaldo.

- Pues sacadlos, a qué esperáis.

Al sacarlos de la furgoneta, tanto el príncipe, como los miembros de la primogenitura, como cada uno de los allí presentes, apartaron la mirada, con un gesto, mitad de asombro mitad de asco.

- Se puede saber, ¿qué diablos les habéis hecho? Y ¿cómo se lo habéis hecho?. – preguntó el príncipe.

- Les hemos achicharrado un poco con unas linternas de ultravioletas.- contestó Oswaldo.

- Esta bien. ¿dónde está la otra?.

- La otra..., es mi hermana, y me gustaría que nos dejaseis encargarnos de ella.

- Esta bien, es toda vuestra. Disponed de su cadáver como os plazca.

- Gracias mi señor.- respondí.- aquí tiene toda la documentación que me faltaba por entregarle.

- Bien, como parece ser que os falta bastante por aprender sobre nuestra sociedad, el primogénito Tzimisce, se encargará de poneros un tutor, el cual os enseñará todo lo que necesitéis saber, y os ayudará a perfeccionar el control sobre vuestras habilidades. Una cosa más antes de dejar que os vayáis.

- Usted dirá.

- Antes me dijiste, que contratasteis a Oswaldo, pero que no realizasteis un vínculo de sangre, ¿cierto?.

- Si, así es.

- Bien, pues si no me equivoco, y no lo creo. No os quedará más remedio que realizarlo, por que a mi parecer, dentro de no mucho tiempo, lo que le quede de la sangre de su señora no tardará en desaparecer, con lo cual no le quedará mucho tiempo de vida, y la única manera de solucionar eso es o bien, mediante la renovación de su vínculo de sangre o bien mediante la realización de uno nuevo. Así que si queréis que siga con vosotros, no os quedará más remedio que realizar el vínculo de sangre. No es cierto, Oswaldo.

- Sí, es cierto, si no hago un vínculo de sangre pronto, ya que el que mantenía hasta hora no lo puedo renovar, no tardaré en morir.

- Vosotros veréis como resolvéis este asunto, pero es obvio que uno de vosotros debería realizar un vínculo de sangre con Oswaldo, o si lo preferís podéis, hacerlo los dos, para que no haya un vínculo de sangre demasiado poderoso. Podéis iros. Mañana se pasará por vuestra casa el tutor, que os enseñará a manejar a la perfección vuestras habilidades, y que de paso os enseñará todo lo que os falte por aprender de nuestra sociedad, y todas sus leyes.

Al salir del Elíseo, fuimos directos en busca de la tranquilidad de nuestro hogar y Oswaldo nos acompañó, para discutir el tema de la vinculación de sangre; después de un par de horas de hablarlo decidimos que realizaría un vínculo de sangre con Tatyana y otro conmigo, para que como dijo el príncipe, no hubiese ningún vínculo dominante. Vínculo que reforzaríamos periódicamente, cuando el sintiese que se desvanecía la fuerza de la unión.

El tutor que nos impuso el primogénito Tzimisce, estuvo viniendo durante unos tres meses, hasta que él consideró que ya no nos hacían falta sus enseñanzas. Y en lo que al cadáver de Alicia se refiere lo enterramos en un lugar seguro, en el panteón de su familia, cerca de los cadáveres de sus padres.

Y aquí, se termina la historia que os prometí al principio, espero que os haya gustado, de no ser así, lo siento por vosotros, pero a mi me la suda.

NOTA.: Mjolnir.:Idioma materno castellano; idiomas adicionales: Inglés, Italiano, Chino y Árabe.; Pericias.: Alteración corporal.; Rebaño 3 recipientes.; exclusión presa.: mujeres embarazadas en el 2º trimestre de embarazo.

Tatyana.:Exclusión presa.: Niños, hasta 17 años de edad.; sentido agudo.: vista.; Pericias.: Alteración corporal.; Rebaño.: 15 recipientes.

2.10.07

Mis Crónicas Vampíricas. Fascículo 8º.

Por fin, cuatro noches después de mi gran pelea, cuando ya me encontraba en forma para recibir otra paliza, pusimos en marcha nuestro plan.

Alicia había conseguido unos planos del gimnasio, así que mientras ella y Tatyana entraban por la puerta principal, fingiendo asistir a una cita con dos de los hermanos, ya que al otro no le gustaban, las chicas, es más, tenía unos gustos un tanto rarillos; yo entraría por las alcantarillas, que tenían un salida en los lavabos del gimnasio. Para así intentar sorprenderles por la espalda.

Por desgracia para nosotros, habían sido informados por Arthur, de que Alicia era la hermana de mi esposa. Así, que cuando ellas llegaron a su supuesta cita, mataron a Alicia( cortándole la cabeza con una de las espadas que tenían en el gimnasio.), y utilizaron a Tatyana como rehén para hacerme salir.

Fue una noche muy larga, después de entregarme me ataron a una silla con unas cadenas, y cuando estaban seguros de que no me podría desatar, noquearon a Alicia y se dedicaron a darme una soberana paliza. Por desgracia para ellos y por suerte para mí, estábamos mejor preparados de lo que creían, y cuando Tatyana despertó, cogió su bolso y el de su hermana, sin que nuestros tres captores se dieran cuenta, ya que estaban demasiado ocupados, haciéndome la cirugía “antiestética”. Aprovechando el descuido de los tres matones sin cerebro, sacó de ambos bolsos, un par de linternas de rayos ultravioletas, y las enfocó hacia las cabezas de los tres hermanos, los cuales salieron corriendo hacia su oficina, en un vano intento de escapar de nosotros. Tatyana consiguió desatarme, no sin esfuerzo y acto seguido fuimos tras ellos, pero cuando entramos en su oficina nos llevamos una sorpresa de lo más agradable, allí apuntando hacia esos tres elementos, con una linterna como las nuestras, estaba Oswaldo.

- ¿qué haces aquí?.- le pregunté.

- Os he seguido, pensé que a lo mejor os podría ser útil.

- Gracias, por venir. Ahora acabemos con estos desgraciados.

Pero al oír salir de boca de Tatyana estas palabras de odio y dolor, los tres hermanos se rindieron y rogaron por que les perdonásemos la vida.

Tanto Tatyana como yo, deseábamos matarlos haciéndoles sufrir todo lo posible, ella por la muerte de su hermana, y yo por amenazar la vida de mi esposa, y por la paliza que me habían dado. Pero después de discutir largo y tendido, Oswaldo consiguió convencernos de que era mejor llevarlos con la primogenitura, que ya les habíamos hecho sufrir bastante con las linternas. Así que los atamos, con las cadenas que habían usado para atarme y pegarme a mí, y los amordazamos. Una vez hecho esto, se nos presentaba un pequeño problema de espacio, ya que en el mini no había sitio suficiente para que entráramos todos. Tras buscar un medio de transporte, más indicado para el transporte de ganado porcino, que el mini, llegamos a la conclusión de que lo mejor era utilizar la furgoneta del gimnasio, ya que en ella podríamos viajar más cómodamente, y mientras Oswaldo conducía yo iría vigilándolos, y de paso me entretendría un poco jugando con nuestros cautivos y las linternas. Mientras que Tatyana nos seguiría en el mini, llevando en él el cuerpo sin cabeza y sin vida de su hermana. Una vez estábamos todos en nuestros respectivos lugares en cada uno de los vehículos, pusimos rumbo al Elíseo. Una vez hubimos llegado, nos dirigimos al aparcamiento, yo me bajé de la furgoneta, subí las escaleras, que llevaban al salón del Elíseo y cuando entré, me dirigí al ascensor que me llevaría a ver a la primogenitura. Mientras esperaba a que el ascensor bajase, pude sentir como me miraban todos los que allí estaban y pude oír perfectamente lo que decían sobre mí, solo que hice como si no hubiese oído nada.

- Vaya paliza le han dado, ¿quién sería?.

- Vete a saber, pero por lo que tengo entendido, seguro que se lo tiene merecido, ese es el que diabolizó a su sire. A todo esto, ¿cómo es que todavía no lo han matado?.

- Creo, que la Tzimisce a la que mató era una espía del Sabbat, y que a petición de la primogenitura está cazando a sus chiquillos. Para así demostrar que se puede confiar en él.

- Si hasta va a resultar que le vamos a tener que estar agradecidos. De todas formas no se puede confiar en alguien que ha diabolizado a su sire.

- Al parecer no era su sire, he oído, que a su verdadera sire la mato, la que él diabolizó, y después se hizo pasar por ella.

- ¿sí?, pues entonces me alegro de que la matara.

- Tienes razón, se lo tenía merecido, pero aún así sigue siendo un diabolista, va a costarnos bastante confiar en él.

- Mirad. Ya sube al ascensor, debe de ir a hablar con el príncipe.

Y así era, me dirigía a entregarles al príncipe y a la primogenitura los últimos informes de mi tarea y pedirles que bajasen conmigo hasta el garaje, para entregarles a los últimos chiquillos de la espía del Sabbat. Parece mentira que ninguno de los presentes en el salón del Elíseo, se diera cuenta de que podía oír todas y cada una de las palabras que allí dijeron sobre mí, mientras esperaba a que el ascensor bajase.