Mis Crónicas Vampíricas. Fascículo 17º.
Pues bien, cuando faltaba más o menos una hora para el amanecer fueron a buscarnos a nuestra habitación y nos pidieron que les siguiéramos, nos llevaron ante una especie de sala de operaciones, en el centro de la misma se hallaba el cuerpo de nuestro atacante fuertemente atado con cadenas a una camilla. Recuerdo haber preguntado por que lo tenían así atado, que si era necesario, ya que a mi me parecía que después de llevar tanto tiempo con esa estaca clavada en el pecho ya tendría que estar muerto.
Entonces, entró un hombre armado y quitó la estaca del cuerpo, imagínate mi sorpresa cuando esté empezó a revolverse, intentando soltarse de sus ataduras, después de un tiempo, no más de media hora, empezó a filtrarse el sol por entre las rendijas de una persiana semiabierta, en unos segundos los primeros rayos de sol, bañaron el cuerpo de la criatura, la cual empezó a gritar de dolor, no acerté a entender lo que decía, pues hablaba en una lengua desconocida para mi, del cuerpo surgían nubes de humo y fuego, y se desprendía un olor a carne putrefacta quemada, la visión era espeluznante y en menos de una par de minutos de nuestro atacante sólo quedaban cenizas, una ligera capa de cenizas que recubría toda la camilla, en la que este se encontraba.
Una vez, se nos hubo pasado la impresión, esos hombres empezaron a explicarnos lo que allí había pasado. Dijeron dedicarse a la caza y exterminio de los vampiros, y que pertenecían a una orden muy antigua, y que si ellos no llegan a estar siguiendo al grupo que nos atacó, podríamos habernos convertido en parte del grupo, o con un poco de suerte tan sólo nos hubiesen utilizado como alimento, y entonces nos habrían matado.
Después de unos días de reposo en el castillo, el líder del grupo se nos acercó para ofrecernos formar parte de su grupo, agradecidos por lo bien que se habían portado con nosotros, les dijimos que no, que teníamos asuntos pendientes que atender, lo cual era mentira, pero no queríamos vernos metidos en una guerra que a nuestro parecer no podíamos ganar. De modo que nos escoltaron hasta nuestro hotel, recogimos nuestras pertenencias y nos acompañaron hasta la estación de tren que nos llevaría hasta el aeropuerto, donde podríamos coger nuestro avión, para volver a España. Al llegar al aeropuerto, descubrimos con un gran horror que nuestro vuelo había sido suspendido, debido al puré de guisantes que se extendía a lo largo de toda la ciudad, y que lo más probable sería que no saliese de allí ningún avión antes del amanecer, por lo que nuestros protectores decidieron quedarse con nosotros, hasta que subiéramos al avión. Kristinne y yo estábamos aterrados, pues a pesar de estar escoltados por un pequeño grupo de caza-vampiros, no sabíamos de que tener más miedo, de nuestros supuestos protectores o de aquellos de los que nos protegían; ya que al rechazar su propuesta de unirnos al grupo, no estábamos seguros de que nos dejaran salir del país con vida. A eso de la media noche, el grupo de vampiros que nos atacara cuando aparecieron nuestros rescatadores llegaba al aeropuerto, pero esta vez en mayor número, mientras mataban a nuestros protectores, Kristinne y yo conseguimos escondernos, según mi parecer lo habíamos hecho bastante bien.
Pero al cabo de un par de horas descubrí con horror, que Kristinne no se había logrado esconder en un buen lugar, puesto que pude oír sus gritos de terror mientras la descuartizaban miembro por miembro para alimentarse de ella, cuando terminaron con ella me buscaron a mí, pero como puedes ver no consiguieron encontrarme, el amanecer se acercaba y se fueron, a donde quisiera que tuviesen su refugio. Cuando salí de mi escondite, estaba sólo, lo que quedase de Kristinne y de nuestros protectores había desaparecido, lo único que me quedaba era el recuerdo de sus gritos, así que salí del aeropuerto, cogí un taxi y volví al castillo. Una vez se hubo marchado el taxi, salieron a buscarme y les rogué que me aceptasen en el grupo. Pasé dos años entrenándome, para cazar vampiros, y ahora una vez terminado el entrenamiento, me mandaron buscar al grupo de vampiros que mató a Kristinne y a nuestros protectores, los cuales se hayan en esta ciudad, además me han ordenado que mate a todo cuanto vampiro se cruce en mi camino.
Mjolnir, sé que no me lo merezco, pero he venido a pedirte tu ayuda. Y bien, ¿qué me dices?.
- ¡Muérete!.- le contesté.
- ¡ayúdale!.- me pidió Tatyana.- ayer me contaste, lo que pasó entre vosotros, piensa que si no hubiese sido por él quizás nunca nos hubiésemos conocido, y puede que incluso no fueses un vampiro; pero ten en cuenta lo felices que somos a pesar de todo.
- Tú debes de ser Tatyana, la hermana de Alicia.- dijo Aquiles.
- Ni se te ocurra acercarte a ella Aquiles, si haces el más mínimo movimiento sospechoso, te juro por la tumba de mis padres que eres hombre muerto.
- Tranquilo Mjolnir, no tenía la más mínima intención de hacerle daño.
- Esta bien Aquiles, te ayudaré, pero ahora hazme el favor y lárgate, tengo asuntos que atender.
- Esta bien, Mjolnir, adiós.
Una vez, se hubo ido.
- Tatyana, no sé que quieres que haga para ayudar a ese cerdo cabrón, pero estoy seguro de que no me lo ha contado todo y de que me he metido de lleno en una trampa. Ve a buscar a Oswaldo, pues me parece que en este asunto voy a volver a necesitar su ayuda.
- Esta bien querido, ahora vuelvo.
Cuando Tatyana se fue, decidí ir a la nevera a por algo de sangre, pues después de ver a Aquiles el día anterior desde la ventana se me había cortado el apetito y desde entonces no había tomado nada, de hecho llevaba ya varios días sin comer, más que lo necesario para aguantar hasta el día siguiente, así que entré en la cocina, abrí la nevera y comí, hasta que ya no pude más. Al poco de terminar de comer Tatyana y Oswaldo llegaron a casa.
- Aquí estoy Mjolnir, para ¿que querías que subiese?.
- El tipo con el que hablaste ayer, ¿lo recuerdas.?.
- ¿ese antiguo conocida tuyo?.
- El mismo. Quiero que lo sigas, y que averigües todo lo que puedas sobre él; pero ten cuidado y estate atento, según dice pertenece a una orden de cazadores de vampiros y podrían estar vigilándonos. Y desde esta noche y hasta que averigües todo lo que puedas, que nos pueda ser útil, nos encargaremos nosotros e abrir y cerrar el Mjolnir´s. Ahora vete.
- Si, me voy a tener que hacer cargo del Mjolnir’s ya me lo podías haber dicho antes y no hubiese vuelto a subir con Oswaldo.
- Primero tengo que ir a hablar con el príncipe, y necesito que vengas conmigo.
- Esta bien, vamos. Cuanto antes vayamos antes podremos volver, ya sabes lo que se suelen alargar las reuniones con el príncipe.